sábado, 27 de septiembre de 2014

Misterio

La duda llega,
en cada texto,
en cada palabra,
en cada letra.

Se hace presente,
cuando recibo su saludo.
Te imagino en mi mente
como la luz del mundo.

¿Quién se abriga en lo virtual?
¡Cómo será tu amor carnal!
Mismo amor que en las letras
me hace caer a la demencia.

La pasión se enciende,
cuando alucinamos cercanía;
cuando suponemos caricias;
cuando conjeturamos besos.

El misterio que esconden tus ojos,
el secreto que guarde tu piel.
La dulzura que esconden tus besos,
la gloria que abrigan tus caricias.

Tu cuerpo, misterioso, se asoma.
Y, si tocarlo, mis sentidos domina.
Rendido ante la figura, beso la sombre
de aquella silueta que marca tu cintura.


El misterio de tu voz,
cuya voz se pierde en el vacío
de la subsistencia sin ti.
Y en el delirio ofusco tu presencia.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Su adiós

Un día de invierno;
cuando las hojas mueren,
cuando el frío reina
y cubre de hielo la tierra.

Cubría su cabello negro,
como las sombras de los árboles,
con una boina blanca
del sereno de aquella nevada.

A su cuello la abrazaba
una bufanda azulada.
Con tinte de nostalgia,
la tristeza del día acompañaba.

Cubría sus delicadas manos
de aquéllas bajas temperaturas.
Jugaba con la nieve blanca,
cual si fuese agua termal.

Deslumbraba en aquellas risas
a la misma mujer que conocí.
Inocente, tierna mirada.
De labios celestiales.

Al notar mi presencia,
su sonrisa se borró.
No te una mirada sin rumbo,
indecisa, nerviosa.

Sus ojos me esquivaban,
y sus manos de mí huían.
Sus labios temblaron
cuando choque con su mirada.

No hubo ni palabra, ni gesto;
sólo sentí como su mano
buscó mi extremidad
y levemente apretó.

Un abrazó profundo,
eterno, y frío me dio.
Una lágrima en ella deslizó
y sus labios besaron mi frente.

Retrocedió lentamente y me soltó.
Vi cómo su figura se perdía en la lejía,
y sentí, ese último beso, el más triste
que de sus labios me entregó.

jueves, 11 de septiembre de 2014

El último beso.

Una sombra caminaba
al borde de una luz,
sus pasos se alejaban
con una prisa fugaz.

En la lejanía que iba,
sonrisas yo escuchaba.
A mi memoria traían
el recuerdo de un rostro.

En mi mente aluciné,
la remembranza de esa voz.
Misma que me llevó
a la orilla de la demencia.

Seguí esos pasos, sigilosamente.
Vi la sombra que se reflejó.
La silueta de tu cuerpo
jamás de mi mente se borró.

Los recuerdos se iban alejando,
tu risa, se disipaba como humo.
Y el beso que en tu mente plasmé,
se fue secando por el olvido.