Hace mucho no me
hablas,
que no me recuerdas tus sueños.
Hace mucho que callas
y tu silencio es duradero.
Tanto ha pasado en
ti,
penas, alegrías, llantos;
personas, amores, enojos.
Han sido horas, días, semanas.
El silencio encadenó
dolor,
indiferencia en aquello
que una vez fue tan intenso
como el rojo de tus labios.
Hace mucho que no
susurras,
que no te acercas a mi hombro.
Hace tanto tiempo que no me miras
con el mismo amor de antes.
Escondiste tus virtudes,
las ocultaste con el llanto;
cuyo llanto era de confusión,
pues llegaba otro amor.
Hace mucho que no
recuerdas
las tantas veces que despertamos
con un mismo sueño, similar gozo
aunque en otra cama amaneciéramos.
Hace tanto tiempo que
por última vez
acariciamos el cielo con el amor;
y el recuerdo de ese amor
me consuela en este infierno.
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