Corría la noticia por los medios de comunicación, la muerte de un
virtuoso; para los vecinos lejanos era un rumor, un chisme para las
señoras de la vecindad, una tragedia para sus amigos e impactante para
la familia.
En el velorio llegaron unos mendigos sin
importarles quien fue, sólo buscaban pan y café para calmar los ruidos
extraños de un estómago vacío. Sin hacer falta la presencia de los
vagos, quienes aprovechaban la serenada noche para los juegos de naipe
con fines lucrativos; sin olvidar, los llantos y gritos de los niños que
acompañaban a sus padres.
Ante el cuerpo lloran a
gritos los familiares, uno que otro amigo a quien le es inevitalbe la
angustia y brota esas lágrimas impotentes. Afuera, se oyen las pláticas y
las risas exageradas de unos acompañantes, quienes aprovechaban para
comentar chistes o momentos graciosos.
Amigos lo
recuerdan de niño, sus travesuras, desobediencias, valentía, cordialidad
y lo fácil que le era hacer amigos; así también pacificar al grupo
cuando se encontraban en conflictos.
Vecinos, que
alguna vez saludó, hacen memoria de su liderazgo, la lucha incanzable
por el desarrollo comunitario y sus mejores tiempos como jefe édil. Un
grupo pequeño, juzgaba su mal comportamiento, el orgullo que tenía, de
cómo engañó a la gente para ser uno de esos delincuentes disfrazados con
nombre de "político"; su poco trabajo como alcalde y el incumpliento de
promesas.
Su Sra. esposa tienen remembranzas de lo que
hizo por conquistarla, de su insistencia por ganar su amor, lo que
logró después de una larga lucha. El día más feliz, su boda y cumplir
esa promesa de amarle más allá de donde llega la vida.
Producto
del matrimonio fueron 3 hijos, a quienes educó día a día para que se
cuidaran entre sí y a su única hermana. Ellos en memoria enaltecen su
apellido y agradecen lo que él les enseño, muy importante, ser útil para
el país.
Sus hijos se fueron formando y creciendo,
pero uno de ellos se alejó por un pleito con él y nunca, en vida, lo
volvió a ver. La demás familia criticaba lo que el orgullo de ambos
separó.
En
la madrugada de aquella vela, se asoma el hijo, al que etiquetaba "lo
que el orgullo separó". Los murmuros aumentaron, pero otros callaron
ante la sopresiva llegada de quien menos pensaban o esperaban. Llevaba
en su mano una corona de flores con una nota que se alcanzaba leer
"perdón padre". Ante su madre y sus hermanos no contuvo el llanto y
pidió perdón por no haberlos buscado cuando debió.
Su
madre, con una mirada bondadosa hacia él, toma su mano y con los ojos
húmedos le hace saber que en la agonía de su padre dejó dicho que
siempre te estuvo esperando y si la vida se adelantaba, él hecho de
estar orgulloso de ti lo hizo perdonarte, y te iba a estar esperando en
la vida eterna.
"Quiero contarte, lector, la vida de un peregrino de experiencia, de buen tino, de carácter y de honor; el cual supo del dolor en el correr de los años; de perfidias y de engaños y mentidas alabanzas; vio morir sus esperanzas y cosechó desengaños..." Humberto Porta Mencos
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