lunes, 18 de febrero de 2013

El Funeral

Corría la noticia por los medios de comunicación, la muerte de un virtuoso; para los vecinos lejanos era un rumor, un chisme para las señoras de la vecindad, una tragedia para sus amigos e impactante para la familia.

En el velorio llegaron unos mendigos sin importarles quien fue,  sólo buscaban pan y café para calmar los ruidos extraños de un estómago vacío. Sin hacer falta la presencia de los vagos, quienes aprovechaban la serenada noche para los juegos de naipe con fines lucrativos; sin olvidar, los llantos y gritos de los niños que acompañaban a sus padres.

Ante el cuerpo lloran a gritos los familiares, uno que otro amigo a quien le es inevitalbe la angustia y brota esas lágrimas impotentes. Afuera, se oyen las pláticas y las risas exageradas de unos acompañantes, quienes aprovechaban para comentar chistes o momentos graciosos.

Amigos lo recuerdan de niño, sus travesuras, desobediencias, valentía, cordialidad y lo fácil que le era hacer amigos; así también pacificar al grupo cuando se encontraban en conflictos.

Vecinos, que alguna vez saludó, hacen memoria de su liderazgo, la lucha incanzable por el desarrollo comunitario y sus mejores tiempos como jefe édil. Un grupo pequeño, juzgaba su mal comportamiento, el orgullo que tenía, de cómo engañó a la gente para ser uno de esos delincuentes disfrazados con nombre de "político"; su poco trabajo como alcalde y el incumpliento de promesas.

Su Sra. esposa tienen remembranzas de lo que hizo por conquistarla, de su insistencia por ganar su amor, lo que logró después de una larga lucha. El día más feliz, su boda y cumplir esa promesa de amarle más allá de donde llega la vida.

Producto del matrimonio fueron 3 hijos, a quienes educó día a día para que se cuidaran entre sí y a su única hermana. Ellos en memoria enaltecen su apellido y agradecen lo que él les enseño, muy importante, ser útil para el país.

Sus hijos se fueron formando y creciendo, pero uno de ellos se alejó por un pleito con él y nunca, en vida, lo volvió a ver. La demás familia criticaba lo que el orgullo de ambos separó.

En la madrugada de aquella vela, se asoma el hijo, al que etiquetaba "lo que el orgullo separó". Los murmuros aumentaron, pero otros callaron ante la sopresiva llegada de quien menos pensaban o esperaban. Llevaba en su mano una corona de flores con una nota que se alcanzaba leer "perdón padre". Ante su madre y sus hermanos no contuvo el llanto y pidió perdón por no haberlos buscado cuando debió.

Su madre, con una mirada bondadosa hacia él, toma su mano y con los ojos húmedos le hace saber que en la agonía de su padre dejó dicho que siempre te estuvo esperando y si la vida se adelantaba, él hecho de estar orgulloso de ti lo hizo perdonarte, y te iba a estar esperando en la vida eterna.

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