y no es por masoquismo.
Me gusta tu cariño sincero;
a veces loco, melancólico, intenso.
Y otras veces pasional,
romántico, amoroso;
entre cursi y agridulce.
Me gusta que me quieras.
Me gusta como tus ojos
entra a mi alma, en silencio;
sin juzgar mis pecados,
reposan junto a mi espíritu.
[...]Me gusta que me quieras,
en el silencio que gritas;
en la ira que no dominas.
En la ternura de tu semblante.
Me gusta que me quieras
lo digas o no, sé que lo sientes.
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