Si me ves nervioso,
oyes mi voz quebrada
o mis manos temblando;
es por tu presencia.
Si notas mi mirada perdida,
mis labios tiritando
o mis ojos evitando verte;
es porque me sonríes.
Si mis silencios son largos,
mi respiración acelerada
o mis palabras rápidas;
es porque siento tus manos.
Si cuando me hablas
me notas desaperecido;
es porque vago en tus ojos,
me desvío en tu voz
o navego en tus labios.
"Quiero contarte, lector, la vida de un peregrino de experiencia, de buen tino, de carácter y de honor; el cual supo del dolor en el correr de los años; de perfidias y de engaños y mentidas alabanzas; vio morir sus esperanzas y cosechó desengaños..." Humberto Porta Mencos
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